viernes, 20 de septiembre de 2013

COMIENZOS...

Hoy nos dio por la ciencia... ¿será porque dos representantes de nuestra biblioteca están en Tecnópolis participando del Encuentro Nacional de Bibliotecas Populares? Puede ser...
Y encontramos accidentalmente en una pilita de libros “Sexo, drogas y Biología (y un poco de rock and roll)” de Diego Golombek...



Nada en la vida es más importante, más divertido, más interesante o más problemático que el sexo. Claro que para los distintos bichos que hay sobre la Tierra decir sexo quiere decir aventuras muy pero muy diferentes. Para nosotros quiere decir... bueno, eso. Para algunos querrá decir regar con espermatozoides los huevos que la hembra dejó por allí sin preocuparse demasiado de su destino. Para otros organismos, se trata de que los vientos o los pajaritos lleven el polen de un lado a otro. Y, en definitiva, para muchos de esos comportamientos hay que hacerse notar: el sexo ha logrado que en la naturaleza hayan aparecido plumas de colores, flores magníficas, cuernos gigantescos, tatuajes y poemas. Finalmente, todo organismo pasa largas horas frente al espejo para después ser presentado en sociedad diciendo “miramemiramemiramemiramemiramemirame” o, más bien, “elegimeelegimeelegimeelegimeelegime”.
¿Y todo para qué? Para elegir a la mejor pareja con la cual mezclar nuestro material genético y tener hijitos sanos y fértiles. Los trucos y artes de seducción son infinitos, y en este libro revisamos algunos de ellos, con recetas cuyo resultado- si los lectores desean probarlas en la vida real- no garatinzamos demasiado. Por otro lado sería imposible experimentar la ardiente vida sexual del mosquito, con su canto de sirena destinado puramente al romanticismo. O del plasmodio que sólo tiene sexo cuando está dentro del estómago de las mosquitas (sobre gustos...). Ni tampoco poco educar a una tortuga con cánones demasiado rígidos, ya que el sexo de la cría está determinado por la temperatura de incubación de los huevos. Es cierto que hay organismo sin vida  sexual, que se reproducen aburridamente por división directa (y en algunos casos, la venganza es terrible, como el parásito Giardia, que causa una tremenda diarrea). Pero estos clones que se reproducen sin sexo no son sólo aburridos sino tampoco seguros, ya que no se genera la diversidad necesaria para afrontar las novedades que van apareciendo en el mundo.
Mujeres y hombres no escapan a las generales de la ley: por suerte, hay diferencias entre géneros en el cuerpo, en la organización del cerebro, en las emociones, en la percepción de la belleza. Es cierto, los humanos son particulares y complejos, pero menos de lo que creen. Y vale la pena estudiarlos y entenderlos, para entendernos; no por eso dejaremos de ser simpáticos, impredecibles, poéticos.
Éste es, también (y tal vez sobre todo) un libro sobre el amor. ¿Será que cuando hablamos del amor también hablamos de ciencia? ¿Qué es eso que  hace latir más rápido nuestros corazones, obsesionarnos con un nombre o unos ojos, escribir poesía o aceptar quedarnos con una pareja pase lo que pase? Ya decía Hipócrates que del cerebro, y sólo del cerebro, nacen las emociones, pero hoy podríamos agregar que también están en el estómago, en el corazón, en nuestros ojos y- lo que no es poco- en nuestra historia.



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