sábado, 7 de junio de 2008

EL JARDIN DE LAS DELICIAS del mes de Junio


Ya está colgada nuestra cartelera/revista mural “El Jardín de las de las Delicias” del mes de Junio. La van a encontrar en el hall de entrada de la biblioteca, esperamos que les guste.

Les adelantamos para que le agarren el gusto la sección “Es lo que hay...”, después nos cuentan qué les pareció:



Para no espantarnos ante el estado de situación de ciertas cuestiones y decir una vez más “y es lo que hay…” les proponemos reflexionar un poco.
Los padres y maestros se quejan de que los chicos no leen, no estudian, que son vagos, que no les gusta esforzarse… pero no se preguntan cuál es el grado de responsabilidad que tenemos todos en esta situación.
Los chicos no salen de una burbuja, son el producto de una familia y de una sociedad determinada que promueve ciertas prácticas y hábitos por sobre otros. En el caso particular de la lectura, de la promoción de la lectura… ¿por qué no leen los chicos? ¿los chicos no leen? ¿nosotros, los adultos, leemos? ¿les leemos a nuestros hijos? ¿nuestros hijos nos ven leer? ¿les compramos libros? ¿cuántos libros, revistas, diarios hay en nuestra casa? ¿cuánto tiempo le dedicamos a la lectura en nuestro hogar?
De algún modo, y perdonen la comparación, la afición o gusto por la lectura es similar a la religión. Si nosotros, como padres, no les inculcamos desde pequeños la fe que profesamos, sea cual fuere, yendo al templo, observando los ritos y guiando nuestra acción cotidiana según nuestras creencias no pretenderemos que los chicos sean devotos o extremadamente religiosos.
Con la lectura pasa exactamente lo mismo, es un hábito o práctica cultural que se transmite de generación en generación. Necesita el amor, la paciencia y la pasión de una persona hacia los libros y lo que representan y también hacia otra persona a quienes queremos entregar ese tesoro, ese legado, esa pasión.
A pesar que todos reconocemos los beneficios de leer, no les inculcamos a los chicos la costumbre de la lectura y los libros no son objetos que formen parte del “paisaje” cotidiano de nuestro hogar. Entonces no podemos exigirles que hagan algo que no hacemos nosotros mismos.
Y tampoco es privativo de ciertas instituciones, como la escuela o la biblioteca , la responsabilidad de la promoción de la lectura. Eso empieza por casa, es fundamental que el niño vea a sus padres y a su familia leer, que lo considere una práctica o actividad diaria y que los libros no sean ajenos a su día a día.
Quizá un modo de empezar a cambiar las cosas y dejar de quejarnos es regalarles libros a los chicos, leerles y compartir la lectura para que sea un espacio donde encontrarse y poder compartir la vida y los sueños, darles la idea de que papá y mamá estarán siempre del otro lado del cuento.

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