viernes, 12 de julio de 2013

COMIENZOS...

Como todos los viernes buscamos un libro, cualquiera que haya venido a nuestro encuentro para compartir el principio y dejarles plantada la semilla de la curiosidad para que ustedes sigan leyendo.
Esta vuelta el elegido es El color que cayó del cielo de H.P. Lovecraft. Este libro reúne 4 cuentos de su autoría incluyendo al que da nombre al libro (Los sueños en la casa de la bruja, El horror de Dunwich y El templo). Esta edición cuenta con un estudio preliminar de Elvio Gandolfo. Los invitamos a leer un fragmento.


EL COLOR QUE CAYÓ DEL CIELO.

Al oeste de Arkham se alzan de pronto las colinas y hay valles de bosques profundos cuyos árboles se inclinan de modo fantástico, y donde corren arroyuelos esmirriados nunca tocados por la luz del sol. En las suaves pendientes se ven granjas antiguas y rocosas, con cabañas achaparradas, cubiertas de musgo, que meditan desde hace una eternidad sobre los antiguos secretos de Nueva Inglaterra, al abrigo de grandes rebordes de piedra. Pero ahora están todas desocupadas; las anchas chimeneas están desmoronadas y los flancos cubiertos de ripio se hinchan peligrosamente bajo los combados techos a la holandesa.
La vieja gente se ha ido y a los extranjeros no les gusta vivir allí. Los franco-canadienses lo intentaron, los italianos lo intentaron y los polacos vinieron y se fueron. No se debe a nada que pueda verse ni oírse ni tocarse, sino a algo que es imaginado. El sitio no es bueno para la imaginación y no provoca sueños tranquilos por la noche. Debe ser esto lo que mantiene alejados a los extranjeros, porque el viejo Ammi Pierce nunca les contó nada de lo que recuerda de los días extraños. Ammi, que anda un poco mal de la cabeza desde hace años, es el único que queda, o que alguna vez habla de los días extraños; y sólo se atreve a hacerlo porque su casa está tan cerca de los campos abiertos y de los caminos transitados que rodean a Arkham.
Hubo en otros tiempos un camino que corría sobre las colinas y a través de los valles, que cruzaba recto el sitio donde ahora está el páramo calcinado; pero la gente dejó de usarlo y abrieron un camino nuevo que se aleja en curva hacia el sur. Aún pueden hallarse restos del camino antiguo entre las hierbas de un salvajismo que renace y sin duda algunos quedarán incluso cuando la mitad de los valles sean inundados para formar la reserva nueva. Entonces los bosques oscuros serán cortados y el páramo calcinado dormitará muy abajo, cubierto por las aguas azules cuya superficie reflejará como un espejo el cielo y centelleará bajo el sol. Y los secretos de los días extraños se fundirán con los secretos de las profundidades; se fundirán con el saber oculto del antiguo océano y todo el misterio de la tierra primigenia.


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