viernes, 7 de octubre de 2011

Una pequeña reflexión...


Hace ya casi dos años que trabajamos en el Hogar de Niñas Santa Teresita de nuestra ciudad (Posadas). Vamos los días martes y les llevamos libros, historias, un poco de nuestro tiempo y mucha paciencia. Nenas entre 5 y 13 años se juntan para leer, para escuchar, para contar y ser contadas. A veces es difícil porque su realidad diaria es compleja y dura, ya que viven y experimentan situaciones que un niño no debería enfrentar. Entonces los libros, las palabras y las voces son caricias, son espacio para recostarse, para parar y para jugar. Para ser niñas...

Y sí, hay días en los que cuesta contarles un cuento como Caperucita Roja porque en su vida pareciera que el Lobo siempre es Feroz y siempre gana. Sin embargo, y precisamente por todo esto, son indispensables esos momentos de distancia y de afecto que nos ayudan (a todas) a respirar y recuperar la esperanza de que las cosas pueden ser de otra manera.

Así nuestra biblioteca es, de algún modo, un faro, un poquito de luz entre tanta miseria. Porque los libros son eso, con las historias que contienen, son un poquito de luz que nos ayuda a seguir, a caminar en la oscuridad, que nos permiten ver mejor.


Y queremos compartir con ustedes esta canción de Los Paralamas.

Linterna de los ahogados

Cuando está oscuro
Y nadie te oye
Cuando cae la noche
Y vos podés llorar
Hay una luz en el tunel
De los desesperados
Es un puerto muerto
A donde podés llegar
Esa es la linterna de los afiebrados
Te estoy esperando
No vayas a demorar
Una noche larga
Una vida corta
Pero no me importa
Si yo te puedo ayudar
Y son tantas marcas
Que ya forman parte
Yo soy esto ahora
Ya no me puedes cambiar
Esa es la linterna de los afiebrados
Te estoy esperando
No vayas a demorar
Una noche larga
Una vida corta
Pero no me importa
Si yo te puedo ayudar
Esa es la linterna de los afiebrados
Te estoy esperando.




Los estamos esperando.

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