miércoles, 24 de agosto de 2011

Nacía Borges hace 112 años


Hace 112 años nacía Jorge Luis Borges, escritor nuestro que es considerado uno de los más grandes... ¿por qué? Quizá mucho tiene que ver con que se animó a buscar un modo, un estilo o una voz particular que le permitió conjugar las tradiciones locales y la cultura occidental clásica europea. Y poner a ambas en pie de igualdad, en diálogo.
Muchos dicen que Borges es difícil, que no se entiende o que hay que ser un erudito para poder leerlo. Pero los invitamos a hacer la prueba, a acercarse a sus libros de cuentos y poemas. A leerlo y encontrarse con él, con su mundo, con sus sueños.
Para empezar los invitamos a leer un poema muy famoso de él que ha tenido múltiples interpretaciones pero que a nosotros nos gusta porque, de algún modo, pone en papel esa cuestión de vivir en las orillas (del río, del mapa, de todo), cómo se vive (o sobrevive)y cómo se escribe.

POEMA CONJETURAL
Zumban las balas en la tarde última.
Hay viento y hay cenizas en el viento,
se dispersan el día y la batalla
deforme, y la victoria es de los otros.
Vencen los bárbaros, los gauchos vencen.
Yo, que estudié las leyes y los cánones,
yo Francisco Narciso de Laprida,
cuya voz declaró la independencia
de estas crueles provincias, derrotado,
de sangre y de sudor manchado el rostro,
sin esperanza ni temor, perdido
huyo hacia el sur por arrabales últimos.
Como aquel capitán de Purgatorio
que huyendo a pie y ensangrentando el llano,
fue cegado y tumbado por la muerte
donde un oscuro río pierde el nombre,
así habré de caer. Hoy es el término.
La noche lateral de los pantanos
me acecha y me demora. Oigo los cascos
de mi caliente muerte que me busca
con jinetes, con belfos y con lanzas.
Yo que anhelé ser otro, ser un hombre
de sentencias, de libros, de dictámenes,
a cielo abierto yaceré entre ciénagas;
pero me endiosa el pecho inexplicable
un júbilo secreto. Al fin me encuentro
con mi destino sudamericano.
A esta ruinosa tarde me llevaba
el laberinto múltiple de pasos
que mis días tejieron desde un día
de la niñez. Al fin he descubierto
la recóndita clave de mis años,
la suerte de Francisco de Laprida,
la letra que faltaba, la perfecta
forma que supo Dios desde el principio.
En el espejo de esta noche alcanzó
mi insospechado rostro eterno. El círculo
se va a cerrar. Yo aguardo que así sea.
Pisan mis pies la sombra de las lanzas
que me buscan. Las befas de mi muerte,
los jinetes, las crines, los caballos,
se ciernen sobre mí... Ya el primer golpe
ya el duro hierro que me raja el pecho,
el íntimo cuchillo en la garganta.


Esperamos que les haya gustado y que quieran seguir leyéndolo. Los esperamos...

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