El monte está triste, el piojo no lo puede creer, está convencido que es otro cuento de su amigo el sapo. Pero el sapo esta vez no puede decir ni una sola palabra...
Hasta los loros se quedaron callados en el monte chaqueño... se murió Gustavo Roldán.
Masculla el quirquincho que es una pena que la gente buena se muera ¿no? El tapir arriesgará que quizá no esté muerto, que Gustavo seguirá con nosotros, mientras contemos estas historias, mientras lo recordemos a través de las aventuras y peripecias que nos contó y las mantegamos vivas.
Que sí dirán los monos y coatíes mientras se limpian un poco las lágrimas y se sorben los mocos.
Y será el sapo quien empezará: -¿Se acuerdan esa del carnaval de los sapos? ¿y la del vuelo de la lechuza? Pero sí, esa que empezaba así “Esa mañana las nubes taparon el sol, vinieron los relámpagos más grandes, los truenos hicieron temblar los árboles y empezó la lluvia”
GUSTAVO ROLDÁN (1935-2012)
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